Estrella fugaz
Hoy primero de mayo del dos mil diecisiete
te vuelvo a escribir.
¿Acaso creíste que me había liberado de vos?
No es tan fácil dejar ir,
cuando ya has estado hacia donde se supone,
van.
Así que no,
aún no lográs liberarme de vos.
Lo que es cierto,
es que sí, estoy aquí a propósito,
más como un imán atraído hacia tus huesos,
que con voluntad hacia tus consejos...
¡Basta!
Es hora ya,
es hora de librarme de tus miradas,
hora de acabar con tus verdades egocéntricas,
porque me cansa el hecho que de que cada vez que me besas
lo hacés por obtener algo a cambio,
mi sed, mi alma,
el llenar tu espíritu vacío con promesas de odio y amor.
Porque ya no quiero,
ya no quiero tener que depender de tu existencia,
no quiero que seas mi inspiración para ser libre,
no quiero en un futuro soñar que al fin ya no te tengo,
deseo excluirte de mi memoria,
olvidar completamente como tu piel se sintió...
Ojalá fuera así de fácil como decirlo...
Tan sencillo como optar por erradicar el hecho,
la voluntad que un día existió por formar un trío con vos,
con tu ego y yo,
porque incluso hasta él de vos se cansó,
te abandonó sin pensarlo,
no le importó que no tuviese más un amo,
no en vano.
¿Podés ya hacernos un favor?
Abandona la memoria,
dejame liberarme de vos,
estrechar mis recuerdos,
contraer mis deseos,
porque ya ni siquiera tengo algo para darte,
algo de valor para que obtengás,
mis ojeras no aguantan más,
necesito dormir por primera vez
sabiendo que fuiste un simple estrella fugaz,
que no vi y no volverá jamás.


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