La confusión

Hoy no me dejas dormir.

He estado acostado por al menos todas las noches que tiene un día y durante todas las horas que tiene mi gran cama, la cama de suelo grande que yace en mi casa.

He estado tratando de pensar en menos cosas y no puedo parar de pensar en cosas menos importantes que pensarte o pensarnos. De hecho, eso pienso que es lo más importante.

No sé qué pasará cuando deje de pensar, me da miedo poder experimentar la gracia de la mente en blanco y qué cuando el blanco de la mente sea el motivo de tu ser ausente no quiero quedar insatisfecho por no ser consecuente con tu ser altamente existente en mis pensamientos.

Curioso, no estoy seguro de que me guste tu personalidad o que tus acciones me hagan sentir cómodo. Al contrario diría yo, las faltas que has cometido, las ganas de verte no faltan y de tantos errores no hace que mi corazón -si este sirve para más que palpitar- tenga conciencia de lo que para mí es pensar y pensar y pensar en experimentar tu ser.

No hablo de algo carnal, obvio me encantaría, es nostálgico, casi trágico diría yo, es decir, por mi imaginación he tenido recuerdos de cómo de nuevo podemos estar en el mismo sitio, y digo mismo, porque la materia se fusionó y se proclamó como rompedora de leyes o tal vez no, tal vez solamente se comprendió dentro del universo y aprovechó mejorar la unión entre nosotros, mon cœur.

Ahora hablo francés. Claro que no.

Pero sí que hablo el idioma del poeta que nació para verte a los ojos y decirte cuando y cuánto y cuál y como y con qué y consciente que te quiere en su ser dentro de sus mismas facciones dementes, dentro del mismo tiempo, dentro del mismo sabor de café con smog.

Olvidalo, ya no dije más nada.

No sé ni como las palabras lograron salir si en teoría he aprendido con vos a encadenarlas y que nadie pueda usarlas, mucho menos ordeñar de ellas las letras que reparen en terminar de explicar lo que no se explica.

Ya nada.

Comentarios

Entradas populares